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miércoles, 27 de agosto de 2025

EL ARTISTA "ENRICO ARMAS PONCE", EL REBELDE CONTRA LA NORMALIDAD GENERALIZADA: 🎨 EL ARTE ES UN GRITO DE LIBERACIÓN POR EL AMOR SALVADOR Y REDENTOR







ENRICO ARMAS PONCE

El arte es un acto de libertad

En una obra se conjugan muchos sentimientos, recuentos, alegrías, tristezas, emociones.
Es la expresión del alma, dicen, o tal vez, la expresión de un mundo espiritual, de las fuerzas de la naturaleza o, de la sintonía de Dios.
El arte es unción; el estilo no existe, todos nos parecemos a algo.
La modernidad planteaba la búsqueda de un lenguaje propio; ahora el mundo es otro, estamos saturados de información (infoxicación).
El arte es un grito de liberación por el amor salvador y redentor.

ENRICO ARMAS, 2007
Una obra que envuelve por su colorido, su soltura y por ese claro anhelo de liberar emociones y reflexiones. Más allá de la técnica y de la categoría, el trabajo de Enrico Armas atraviesa el margen entre lo académico y lo emocional, impacta en lo visual al verlo por primera vez. Es una obra prolífica, producto de una intensa dedicación al trabajo, interpretando la sugerencia o la crítica, es una obra que va en busca de la superación interior, esa incansable búsqueda con la cual el verdadero artista siempre convive.
Nace en 1957

ENRICO ARMAS (INSTAGRAM). Escultor y pintor. Hijo del escritor Alfredo Armas Alfonzo, Premio Nacional de Literatura 1969, y la esmaltista Aída Armas. Inicia su actividad expositiva como escultor en 1973, a los 16 años. En esa primera muestra (Sala Ocre, Caracas, Venezuela), sus piezas parecían, según Juan Calzadilla, más abiertas “a la expresividad material, antes que al virtuosismo de la forma” (1973). 

En 1977 recibe el Premio Pepino Acquavella en el V Salón Nacional de Jóvenes de Caracas. Por esta época realiza estudios en el Cegra con profesores como Manuel Espinoza y Alirio Palacios. En 1978 recibe una beca del gobierno francés y viaja a París, realiza estudios de escultura y grabado en la Escuela de Artes Decorativas de Niza (1978-1980), en la Escuela de Bellas Artes de París y, posteriormente, de artes gráficas en la Escuela Superior de Artes Decorativas. Paralelamente realiza pasantías en la Escuela de Bellas Artes de París junto al escultor Étienne Martin, uno de sus maestros más influyentes. 
En 1981 regresa a Venezuela y estudia en el Instituto Neumann, hasta 1983, cuando retoma sus estudios en el Cegra, para egresar en 1984. El trabajo de este polifacético artista plástico tiene como fundamento la libertad técnica, de lenguajes y géneros, y la ruptura de los estilos. Así, dos tendencias pueden denotarse en el desarrollo de su trabajo escultórico: 
por un lado, en los años setenta, realiza obras básicamente figurativas, mediante el fundido en bronce, donde las representaciones de caballos y seres humanos son predominantes.

Después de su estadía en Francia, se vuelca hacia la abstracción, trabaja con obras realizadas fundamentalmente con varillas de metal, hierro y aluminio que se doblan y retuercen, hasta componer un entramado de líneas que crean en el espacio dibujos tridimensionales. De su obra en esta época escribió Federica Palomero: “se impone el carácter informalista del trabajo: el proceso de doblegar la materia desnuda y resistente viene a constituir la obra misma, marcada por la violencia del esfuerzo físico. Los volúmenes obtenidos son variados, así como su densidad […]. 

En el transcurso de la década [de los ochenta], las cabillas van adquiriendo cierto orden y sosiego” (1997). En una entrevista con Carlos Cruz-Diez en 1985, Enrico Armas describe estas obras como “concentraciones”: volúmenes transparentes que son también masa. Un ejemplo de estas piezas es el Monumento al hierro (700 x 180 cm), con la que gana el concurso para una pieza monumental de Fundametal (Valencia, Edo. Carabobo, Venezuela 1983). En 1989 regresa a la figuración con la técnica del modelado en cera o arcilla, y su posterior fundición en bronce. En 1990 reúne más de 30 caballos realizados entre 1989 y 1990 en la exposición “Caballos de bronce” (Galería Uno, Caracas). Sus creaciones no tienen dimensiones fijas, aunque entre lo figurativo y lo abstracto, se aprecia un desarrollo mayor de obras de pequeño y mediano formato por sobre las de gran formato. 

Participa en repetidas ocasiones en el Salón Arturo Michelena, en el cual es premiado en tres oportunidades. En el ámbito internacional ha participado en exposiciones colectivas en Francia, Hungría, Colombia, Estados Unidos, India y España. Como artista gráfico ha realizado litografías y serigrafías que ha incluido en muchas de sus exposiciones. También ha incursionado en el arte efímero, como la instalación para el Castillo San Carlos Borromeo (Pampatar, Edo. Nueva Esparta, 1984), cuyo interés radica en los materiales habituales de la zona (arena, madera, restos de embarcaciones, conchas marinas, etc.), que se relacionan con el espectador en un espacio distinto al cotidiano.

En 1992 presenta su primera individual de pinturas en la Galería Arte Hoy de Caracas. Según Juan Carlos Palenzuela, el artista, en la pintura, al igual que en la escultura, “pasa indistintamente del arte abstracto al figurativo y viceversa” (1992). Armas trabaja con óleo y acrílico sobre tela, incorporando algunas veces el collage. Palenzuela añade: “el espacio activo continúa siendo el tema de Armas” (op. cit.). Con ocasión de una exposición de 1998, “Del color a la intimidad”, Palenzuela describe la evolución del artista en este género: 
“seguramente, Enrico Armas busca, entre otros aspectos, una polifonía del color. 

Ya no se trata de timbres sutiles, transparentes, tal como recuerdo aquellos de 1992, sino ahora se hallan compactos, abrasivos, con breves luces que son como centellas. Color textural, en unas pocas gamas y desde allí en diversos registros […]. Pintura de un espacio saturado, amarillos que se sobreponen a la fuerza del color, empastes que llegan hasta los ojos y en medio de todo ello, figuras —árboles, botellas, caballos—, como persistencia de la imagen, de lo imaginativo, de lo festivo en medio del fuego” (1998). 

Armas ha trascendido los espacios tradicionales dedicados al arte, museos o galerías, realizando obras de variadas dimensiones para ser expuestas al aire libre en distintos sitios públicos, dentro y fuera del país. En febrero de 1999 presentó la exposición “Con secuencias” (Galería Braulio Salazar), más de 50 obras que recorren todas sus etapas y estilos como artista. 

En 2001 representó a Venezuela en el Festival de Cagnes-sur-Mer (Francia).




El espacio en la obra de Enrico Armas es rico en materia, en color, en matices y en una fragmentación que incide en la irregularidad del plano. El Color es sobrepuesto, complementario, gestual y en transparencia. Los Planos son cerrados y múltiples y en contadas ocasiones se abren y permanecen en su propia valoración. Entonces son puntos focales, no importa donde estén ubicados.
El color viene desde la profundidad de la escena o irradia en intensidad y gamas de amarillo en un primera plano generalizado. Antes persiste la monocromía, ahora tenemos una paleta en base a puros. Ahora el color ocupa el espacio y hace formas, ideas de formas, siluetas elementos que son signos.

El artista implementa un sistema en el que el lenguaje se fundamenta en la geometría, entonces aparecen círculos, medio círculos y rectángulos; evocación de la naturaleza en paradigmas de árboles, y códigos de su propia iconografía, sobre los que se empeña, hace arquetipos, sugiere o subraya: la silueta de un caballo, de una cafetera o del cuerpo de la modelo. Esos signos son abiertos cuando unas pocas líneas indican el esquema del animal o del objeto, o cerrados cuando la figura del árbol es un mancha, un toque preciso que cambia de nota pero que insiste en la simplicidad de su sujeto.

El dibujo se puede hacer a lápiz, con la espátula -y ya lo hemos dicho en otras ocasiones- o con un lápiz sin punta. Ese dibujo es persistente. Es un fino trazado en medio de la pintura, del espacio inmenso de la pintura. La noción de caballo, ese motivo predilecto del artista, se mantiene como dibujo o como escultura, debido a su volumetría. El caballo estará en medio de un mundo inestable, caótico, o será parte del mismo, cuando su pincelada sea nerviosa. Alazán-fuego. "Ando en la mirada del caballo" leemos en un verso de Luis Alberto Crespo. Caballo y espacio como un sólo sitio de la pintura, con sus entradas, con sus líneas, con sus límites que no son tales, con el sentido de la imagen como totalidad. Se integra el dibujo y la pintura. El dibujo como evidencia, como espacio estructurado.

Pocas aperturas hacia el fondo presentan estos cuadros. La obra permanece en el plano. El espacio es constructivo aunque con vestigios de esbozos figurativos. A veces también se encuentran textos de puño y letra. 
El color es en desplazamiento. El color comporta una gramática del espacio. La figura es constructiva pero en una ocasión tiene corporeidad tal que introduce otra dimensión. 
Modelo en blanco, firme. Fantasmal. Allí está integrada a la pintura. La figura es trabajada plásticamente.
En cuanto a la escena, puede estar despojada de elementos figurativos o éstos ser llevados a su mínima presencia, dejando entonces al color y a la gestualidad del pincel, la amplitud del trazo, las medidas irregulares de la cuadrícula, el rol protagónico.
En cambio, el espacio está cargado de signos geométricos, señales e iconos que a su vez sólo son pintura, como resolviendo gráficamente el dilema plástico. Pura pintura con lugares de luminosidad total, con colores que no se ensucian, con breves nombramientos, una palmera, una mujer, un caballo. El formato es envolvente y establece un vínculo casi físico con el espectador.

Para Armas no hay nada fijo. Su pintura es esto pero también aquello. Así se debate entre lo constructivo y lo informal, entre lo constructivo y la depuración de la imagen, entre lo constructivo y lo irracional. La idea de sensación recorre la obra: sensación de color, de timbres, de alegría, de melancolía. El color es directo y en ocasiones construido en la paleta. El rojo es una constante y, como diría Ciriot, "el color de los sentidos vivos". 
Armas tiene necesidad de organizar, de nombrar desde el mirar imaginario que es esa zona pictórica entre lo abstracto y lo figurativo. Su dualidad es conceptual, temporal, espacial y del ser.

VIAJE A ENRICO ARMAS